domingo, 18 de noviembre de 2007

Soledad

Soledad, entre las hojas de otoño
entre el rojo cerezo
entre las nubes de algodon.

Soledad de negra oscuridad
de horrible despertar
de tremenda anulidad
de nihilismo y de inconciencia.

Soledad, de quien sabe que palabras,
de quien dice no amar
de quien sabe no querer
ni sabe interpretar...

Solo soledad,
entre susurros inchorentes
entre razones y verdades hirientes,

La soledad una vez mas
entre cuadros enmarcados
y libros inacabados,

Es mi soledad
la que existe vacia
sin temor, sin nada de que hablar.

Mi unica soledad
la que siente y que llora
la que huye y añora
todo lo que pude amar.

Weny.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Bellatrix. In Memoriam...


Datos Generales:

Bellatrix Black Lestrange nació en 1951 de Cygnus y Druella (Rosier). Forma parte de la familia sangre pura de los Black, una de las más importantes del mundo mágico especialmente conocida por su ancestral linaje y sus prejuicios relativos a la sangre. Es hermana de Narcisa Black Malfoy y Andrómeda Black Tonks.
Sirius y Regulus Black, son primos de ésta; asi mismo Draco Malfoy y Nymphadora Tonks son sus sobrinos.
Contrajo matrimonio con Rodolphus Lestrange con quien no tiene descendencia.
Voldemort y algunos miembros de su familia usan el diminutivo "Bella" para nombrarla.

Es descrita como una mujer que en su pasado hizo gala de increíble belleza, hasta que fue sentenciada a cadena perpetua en Azkaban, la prisión mágica. Tiene el pelo negro, espeso y brillante. Es de mandíbula fuerte, y tiene los ojos de párpados pesados. Su voz es áspera, pero usa con regularidad un tono burlón e infantil, con el que se ríe de sus oponentes.

Su varita es de madera de nogal, nervio de dragón, rígida, 32'4 centímetros. Hermione la usa por un tiempo tras haberla desarmado, aunque no tiene los mejores resultados.

Su nombre proviene de la Constelacion de Orión, también conocida como "La Catedral del Firmamento" de las cuales, Bellatrix es una de las estrellas mas importantes. También puede significar "mujer guerrera"
El Apellido Lestrange posiblemente provenga de: "Les" (artículo francés") y "Strange" (extraño en inglés), que significaría "Los extraños".



Personalidad:

Entre sus características más notorias se encuentra ser impulsiva, sádica y fanática. Disfruta del dolor ajeno como demustra al hacer uso constante de la maldición Cruciatus. También tiene un temple feroz y peligroso, un rasgo que comparte con su primo Sirius. La batalla en el Ministerio de la Magia la deja un poco paranoica, llegando incluso a matar animales tan solo para asegurarse que no es ningún auror que anduviera siguiendo su pista, o a hacer un duro cuestionario a Snape, del cual siempre desconfió.

Bellatrix, a diferencia de muchos mortífagos, no ve a Lord Voldemort con temor sino con gran admiración, tal que podría caer en el fanatismo o incluso el amor por el Señor Tenebroso, llegando al extremo de comentar que, de tener un hijo, nada la honraría más que ponerlo al servicio de su amo. A pesar de su amor por Voldemort, éste no es recíproco con ella en la misma medida, aunque demostró depositarle la confianza suficiente al poner bajo su protección un horcrux, mencionó que ella y su marido recibirían más honores que ningún otro mortífago al salir de Azkaban.
Además, tras su muerte, Él mismo pareció enfadado y apenado al mismo tiempo demostrando asi el gran aprecio que le tenia. Intentó vengar su muerte atacando a Molly Weasley.



Vida:

Durante su estancia en Hogwarts, Bellatrix se relacionó con varios alumnos, en su mayoría de Slytherin, con quienes compartía la misma visión con respecto a la pureza de la sangre y las artes oscuras.
Bellatrix, su marido y el hermano de éste (Rabastan Lestrange), eran partidarios activos en el movimiento de Voldemort para tomar el poder. Alrededor de 1970 se convirtieron en lo que llamaron Mortífagos.
Voldemort mismo declaró durante su rito de resurrección que los Lestrange estaban entre sus más fieles servidores, Bellatrix afirmó haber aprendido de él las artes oscuras.

Después de la primera derrota del Señor Tenebroso, el 31 de Octubre de 1981, Bellatrix, su esposo y su cuñado, junto con Barty Crouch Jr torturaron al Auror Frank Longbottom y a su esposa Alice hasta la demencia, con el fin de obtener informacion del paradero de su amo. Debido a ésto, los cuatro fueron sentenciados a cadena perpetua en Azkaban.
El día de su juicio, Bellatrix gritó con insolencia y orgullo: "¡El Señor Tenebroso se alzará de nuevo, Crouch! ¡Échenos a Azkaban: podemos esperar! ¡Se alzará de nuevo y vendrá a buscarnos, nos recompensará más que a ningún otro de sus partidarios! ¡Sólo nosotros le hemos sido fieles! ¡Sólo nosotros hemos tratado de encontrarlo!".



Catorce años después, Bellatrix fue una de los varios mortífagos que habían logrado escapar de Azkaban, para unirse de nuevo a Voldemort. Durante sus años en prisión, fue perdiendo su belleza hasta conservar sólo un leve rastro de ella en su demacrado rostro, al cual avivaba un resplandor fanático por su señor.

En la segunda guerra, Bellatrix está presente en el asalto al Departamente de Misterios en el que los mortífagos intentaban robar una profecía relativa a Voldemort y Harry. Durante la batalla ella demuestra sus habilidades duelistas derrotando a varios aurores (entre ellos su sobrina Nymphadora Tonks), matando a su primo Sirius lanzándolo a un velo en la camara de la muerte, y siendo la única servidora de Voldemort que logra escapar de ir a cumplir una condena a Azkaban al finalizar dicho encuentro en el Ministerio de Magia, pues su amo la llevó con él cuando desapareció.
Con la muerte de Sirius, Bellatrix se habría convertido en heredera de todos sus bienes ya que él no tenía familia, pero deja todas sus pertenencias a su ahijado Harry, incluyendo a Kreacher, el elfo domestico, que tenía mucho afecto hacia Bellatrix.



Posteriormente Bellatrix intenta persuadir a su hermana Narcisa de que no cuente a nada Snape acerca de una misión secreta que le fue asignada a Draco, pero Narcisa la ignora y acude a casa de Snape y le pide haga un juramento inquebrantable, que tiene como testigo a la misma Bellatrix, haciéndole prometiendo que cuidará de Draco y que asumirá su tarea en caso de que el chico no pudiera continuar. Durante la visita, Bellatrix deja en claro que no confía en Snape ni en su lealtad hacia Voldemort (y no se equivoca). Aún después de un exhaustivo interrogatorio, el cual Snape responde con claridad y facilidad, ella no parece quedar satisfecha.
Al parecer instruye a Draco en oclumancia para evitar las investigaciones de Snape.



Voldemort depositaba una gran confianza en ella era tal que le confió uno de sus Horcrux, la copa de Helga Hufflepuff, para que la guarde en su cámara en Gringotts. Sin embargo, esta confianza se fue resquebrajando poco a poco, primero por el fracaso en la misión del Ministerio, y después por haber permitido que Harry, Hermione y Ron se escaparan después de haberlos capturado en la mansión Malfoy. Ella misma mató a Dobby, el elfo doméstico que anteriormente habia pertenecido a la familia de Lucius y Narcisa Malfoy y que habia acudido a ayudarles; Bellatrix clavó un cuchillo en su espalda justo cuando escapaban, el mismo arma utilizada para torturar a Hermione (Ésta tomó poción multijugos para transformarse en Bellatrix y asi recuperar la copa).

A pesar de esto, la lealtad de Bellatrix nunca cambió, durante la huida de Harry de Privet Drive atacó a Tonks y Ron, y posteriormente en la batalla de Hogwarts, durante la cual mató a Nymphadora, sobrevivió al primer asalto, y combatió a Hermione, Ginny y Luna al mismo tiempo y no pudiendo ser igualada por las chicas. Después un intento fallido de asesinar a Ginny, Bellatrix fue retada por Molly Weasley, la cual se refiere a ella como "Bitch". Tras burlarse de esta y de la muerte de su hijo Fred, Bellatrix fue alcanzada por una maldición de la señora Weasley que le dió de lleno en el pecho, muriendo en ese mismo instante.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Alecto. De Diosa a Mortifaga.

Alecto. La Implacable.

Según Hesíodo, las Erinias son hijas de la sangre derramada por Urano sobre Gea cuando su hijo Crono le castró, siendo pues divinidades tónicas.

Virgilio, inspirándose probablemente en una fuente alejandrina, nombraba tres:

* Alecto (Άληκτώ, ‘implacable’), que castiga los delitos morales (tales como la cólera, la ira, la soberbia, etcétera), sobre todo si son delitos contra los mismos hombres.

* Megera (Μεγαιρα, ‘celosa’), que castiga los delitos de infidelidad.


* Tisífone (Τισιφονη, ‘vengadora del asesinato’), que castiga los delitos de sangre.


Epiménides las hacía hermanas de las Moiras, hijas de Crono y Eurínome; Esquilo, hijas de Nix, la Noche; y Sófocles, hijas de Gea y Skotos, las Tinieblas. En la tradición órfica, eran hijas de Hades y Perséfone (este compromiso con el mundo infernal aparece también en La Ilíada).


Las Erinias son fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos, por lo que no se someten a la autoridad de Zeus. Moraban en el Érebo (o en el Tártaro según la tradición), el inframundo, del que sólo volvían a la Tierra para castigar a los criminales vivos, sometiendo mientras a torturas sin fin a los eternamente condenados. A pesar de su ascendencia divina, los dioses del Olimpo muestran una profunda repulsión hacia estos seres que no toleran.


Por su parte, los mortales las temen y huyen de ellas. Es esta marginación y la necesidad de reconocimiento que implica lo que, en la obra de Esquilo, llevará a las Erinias a aceptar el veredicto de Atenea, a pesar de su inagotable sed de venganza.


Son las encargadas de castigar los crímenes durante la vida de sus autores, y no más tarde. No obstante, siendo su campo de acción ilimitado, si el autor del crimen muere, lo perseguirán hasta el inframundo. Justas pero sin piedad, ningún rezo ni sacrificio puede conmoverlas ni impedir que lleven a cabo su tarea. Rechazan las circunstancias atenuantes y castigan todas las ofensas contra la sociedad y la naturaleza como el perjurio, la violación de los ritos de hospitalidad y sobre todo los crímenes o asesinatos contra la familia.


En épocas antiguas se creía que los seres humanos no podían ni debían castigar tan horribles crímenes, correspondiendo a las Erinias perseguir al desterrado asesino del fallecido en venganza, hostigándole hasta hacerle enloquecer.
La tortura sólo cesaba si el criminal encontraba a alguien que le purificase de sus crímenes.


Némesis representa un concepto similar, y su función se solapa con la de las Erinias, con la diferencia de que aquélla castigaba las faltas cometidas contra los dioses. La diosa Niké tenía originalmente un papel parecido, como portadora de una victoria justa. Castigaban el hibris o exceso. Prohibían a los adivinos revelar fielmente el futuro para que este conocimiento no acercara al hombre a los dioses.


Se representa a estas hórridas deidades vengadoras como genios femeninos con serpientes enroscadas en sus cabezas entre el pelo, portando látigos y antorchas, y con sangre manando en lugar de lágrimas en los ojos. También se decía que tenían grandes alas de murciélago o pájaro, o el cuerpo de un perro.

Solían ser comparadas con las Gorgonas, las Grayas y las Arpías debido a su espantosa y oscura apariencia y al poco contacto que mantenían con los dioses olímpicos. Atormentan a los que hacen el mal, persiguiéndolos incansablemente sobre la Tierra hasta volverlos locos. En un sentido más amplio, la Erinias representan la rectitud de las cosas dentro del orden establecido, protectoras del cosmos frente al caos. El filósofo Heráclito decía que si Helios decidía cambiar el curso del Sol a través del cielo, ellas le impedirían hacerlo.

Un mito cuenta que Tisífone se enamoró de Citerón, y terminó provocando su muerte por mordedura de serpiente, concretamente de una de su cabeza.

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Alecto. Le Mangemort.

Alecto Carrow es una mortífaga achaparrada, de risa aguda, largos cabellos pelirrojos y pecosa. Es agresiva e inquieta y dentro de lo que cabe, mucho más inteligente que su hermano Amycus.
Fue además profesora de Estudios Muggles, mientras que su hermano, hizo lo propio con Defensa Contra las Artes Oscuras.

Junto a su hermano, Fenrir Greyback y Arnold Yaxley, vio como Severus Snape mataba a Albus Dumbledore en la Torre de Astronomía de Hogwarts en junio de 1996.
Pese a la desesperada persecución de Harry, logró escapar con Snape.

Es una de las pocas mortifagas (Se entiende que mujeres) que sirven a Voldemort aparte de Bellatrix Lestrange.
A pesar de ello nunca fue enviada a Azkaban. Nunca buscó a Voldemort, ni nunca tuvo la intención de hacerlo.

Al igual que todos los apellidos de la saga de Harry Potter, son utilizados en la vida cotidiana, por ejemplo: Carrow.

Carrow es un apellido de origen francés, de ahí su lema "J' espere Bien".
A lo largo de los años, y con la mezcla de tradiciones grecolatinas se fue transformando el apellido dando variaciones como: Carrott, Carew, Carrowe...etc

Su escudo de armas se basa en el color amarillo, como principales simbolos nos encontramos: una cota de malla (fuerza y defensa) y un conjunto de tres perros. (Fidelidad a la familia, protección...)

Probablemente, JKR, utilizó la variedad Carrott (En inglés carrot es zanahoria) para relacionar el apellido con el naranja de su pelo.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Bellatrix. Un Instante

Caminaba como si nada le importase mas en este mundo que ella, que incluso el aire era poco para ella, el oxígeno que aspiraba era mera trivialidad que compartia con los seres que más odiaba en todo el universo conocido, más que a su primo, más que a todos sus estúpidos amigos...Comprender como incluso los muggles o los sangre sucia pudieran respirar su mismo aire, estar entre sus mismas paredes, compartir hasta el alimento con ellos, le resultaba tan repugnante que incluso sentia nauseas.


Mientras recorria el pasillo era la persona mas importante, era la más alta, la más hermosa, la más inteligente...La perfección casi completa, no habia nada que la hiciera sentirse humillada, ni tan siquiera una mirada de desprecio de aquellos que se atrevian a dirigirle una mirada. Nada...

Ni siquiera el joven que se acomodaba en una columna para verla pasar, le hacia salir de ese sueño profundo en el que se encontraba donde era la reina del mundo, de su mundo...
Sus ojos negros llenos de ira miraban al frente, ignorando el mundo en derredor, quiza sin percatarse de de que él la miraba con deseo, con ganas de tenerla entre sus brazos, de derretir su corazón de hielo y hacer que fuese tan ardiente como la lava de un volcán.

Pero ella no giró la cabeza, no quiso ni cruzar su mirada con él, abrió el libro que llevaba en las manos y comenzó a leer con avidéz, como si quisiera introducírselo todo de golpe en su poblada inteligencia. Quizá de lo único de lo que se daba cuenta, era de esas miradas furtivas, de que sus labios carmín se hinchaban deseando poder besarle en cualquier momento, de hacerle suyo y dominarle, de hacerle creer que era una tierna niña sumisa para darse finalmente cuenta de su máscara de dulzura. Arrancarle el aliento de un solo roce de sus labios. Un instante ella dudó de estar viva, cerró los ojos justo en el momento en que pasaba frente a él, justo en ese momento preciso, fue cuando ella quiso estar en otro lugar...


Romper entre sus manos el libro no seria propio de ella, ni tampoco estampárselo en la cara de imbecil que se le ponia mientras sonreia con ese aire despótico que tanto odiaba. Llegó a un punto de desesperación culminante, creia que iba a darse la vuelta y gritarle que dejara de mirarla de esa manera, sacar su varita y matarle alli mismo pero él lo sabia...Sabia que esas situaciones desesperaban sus nervios, volvian mas loca aún su mente. Con una mano recogió sus cabellos negros y los hecho hacia un lado para no tener que verle la cara.


- Bella! - Se detuvo totalmente ne seco, no se esperaba que la llamara y que lo hiciera por ese...nombre se lo esperaba menos todavia. Solo se dió la vuelta para corregir al infame que habia reducido su nombre a dos estúpidas sílabas, "corregir?" se dijo "exigir...", cerró el libro de golpe y se acercó a él, que sonreia socarronamente. Puso la vista fija en sus ojos oscuros y le contestó con tono amenazante.

- La proxima vez que se te pase por la cabeza hablarme de ese modo - comenzó con su tortura interminable, cuando ella amenazaba lo hacia para siempre, durante toda la eternidad...Colocó su varita en el cuello del joven y apretó contra su barbilla - Te cortaré las cuerdas vocales para que asi aprendas - continuó - a no volver a llamarme asi.

No pensaba preguntar si le habia quedado claro o no, perder el tiempo preguntando semejante tonteria no seriviria para nada, daba por hecho que no lo volveria a hacer, nunca jamás. A pesar de la fuerza que tenia en su interior, sintió que las piernas le temblaban cada vez que le miraba a los ojos, un calor peculiar bajaba por su columna y queria casi ahogar sus movimientos. Él apenas dejó de sonreir, por una parte le encantaban esos juegos que tenia, por otra le llegaban a veces a asustar, no queria comprobar si eran ciertas sus amenazas pues sabia de sobra que Bellatrix era alguien con quien no se debia jugar.


- Perdon, Bellatrix, no volverá a ocurrir - sujetando la mano que sostenia la varita, la retiró con delicadeza y la besó.

- Que quieres Rodolphus - contestó con tono despectivo, no era un hombre al que odiaba; sin embargo, que mencionara el nombre por el que solo y únicamente los más cercanos se atrevian a llamarla, la exasperó.

- Hablar contigo, puedo?

- Depende, es lo suficientemente importante como para que interrumpas mi lectura?

- Creo que si - dijo dubitativo - Aunque...quizá...

- Habla ya Lastrenge, dejate de balbuceos de niño pequeño

- Me gustaria saber, si...- Rodoplhus se lo pensó una, dos y hasta tres veces, solo cuando ella se empezó a impacientar y jugaba con la varita en su mano continuó su petición - Si...Bellatrix Black, me haria el honor de acompañarme al Baile de Navidad - dijo con un tono galante que incluso a ella se le entusiasmaron los sentidos, pero no sonrió ni hizo ningún gesto que declarara su debilidad, asintió con el semblante frio y rudo con simplicidad, como si no le importara en absoluto ese baile u otro, como un juego de niños.

Habia asistido a tantos bailes que uno más no le haria daño, hasta hace unos días, pensaba que pisaria el Gran Comedor solo con la intención de provocar las envidias de las diferentes jovencitas que se contoneaban como animales en celo, y a lo que ella estaba mas que acostumbrada, aunque no participara en sus juegos motrices.


Tenia muchas cosas en las que pensar, su último año en Hogwarts no se desperdiciaria, estaba claro que se casaria con el hombre que tenia frente a ella. No porque fuera lo que más deseara en el mundo sino porque asi lo habian dictado sus respectivos padres.

Rodolphus era un hombre de caracter fuerte y no se dejaria dominar por una mujer como ella, o eso pensaba él, caer a los brazos de Bellatrix Black no seria más que una rutina simplona para ella, algo con lo que le gustaria competir, quizá él le diese lo que otros no le daban aunque ella solo tenia en su pedestal algo tan grande que seria inalcanzable.
Alguien tan inmenso y tan poderoso que ella veneraba como su Dios, como algo más que un ser humano, algo superior a todo lo que podia existir en el universo, incluso mayor que su ego y toda su retaila de adjetivos.Su idolatria llegaba a algo tan superior como soberbio, Su Señor era lo principal, y aunque lo hubiese conocido literalmente hace poco, se sentia tan unida a él que aparte de Lastrenge, era el único hombre que le hacia estremecer.


- Bellatrix Lestrange... - musitaba por lo bajo mientras la acompañaba hacia la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras - Mmm...es interesante

- Me gusta mi apellido, asique... - continuó sin variar su tono de voz arrastrado y peculiar - No lo cambies

- Solo oigo el resultado - contestó con desdén - No te parece que es una bonita combinacion?

- No te parece que eres tan imbecil que no sabes que soy incapaz de desterrar mi apellido?

- Deberias de empezar a asimilarlo - dijo abriéndole la puerta del aula, pero ésta le rechazó dandole un empujón y cerró de golpe. Rodolphus no sabia a donde mirar, alzó una ceja en desaprobación por la conducta de su prometida, pero como siempre, en su interior le divertia todo esto.

- No estoy inválida, puedo hacerlo sola - dijo friamente mientras tomaba la puerta para hacer lo propio. Su mirada era tan fria como su voz, pero una calidez extraña comenzaba a teñir sus mejillas de un suave rojo, estar tan cerca de él, una vez mas...

En ese instante y como una fugaz luz, sus labios se unieron a los de él, cerró los ojos, los estaba disfrutando...Ella, Bellatrix Black, acaba de derretirse. Él parecia estar sonriendole en el beso, como burlándose de su actitud en ese momento, acababa de hacer lo que no se habia atrevido hace dias, meses, años...sus brazos comenzaron a atraerla hacia sí, comprimiendo mucho más el poco aire que les quedaba, disminuyendo el espacio entre sus cuerpos. Los dos notaban su creciente excitación incluso a través de sus negras túnicas el rubor de todo su alma se comprimia en delicados fluidos deslizarse por su interior; por ese momento, el lugar, la persona con la que estaban compartiendo sus más intimos deseos...La tensión de ser descubiertos, inigualable sensación que solo un ser humano en toda la existencia de la Tierra podria estropear.


- Vaya vaya, Bella niña mala, te diviertes? - Con una velocidad indescriptible, el estado de Bellatrix cambió del sentimiento lascivo de deseo y pasion, al odio primitivo del especimen y compañia que tenia delante.

- No llores Sirius, todavia no por favor - se burló ella - No sabia que te gustaba mirar...Aunque por el estado de tu vida interior, juraria que lo único que te gusta es eso, mirar...a asquerosas sangres sucia por ejemplo.

James estuvo apunto de pegar a Bellatrix, ella se rió del intento, Rodolphus casi soltó una carcajada sino hubiese sido porque casi todo lo que podia salir de su boca en ese momento eran cánticos de alegria. Esta vez, ella aceptó que él le cediera el paso, no por galanteria sino solo por ver durante un momento más la cara de su primo con ganas de ahorcarla en ese mismo instante.

Cuando entraron, se sentaron, sacaron sus libros y pretendieron olvidarlo todo, pero lo único que no podian hacer era olvidar ese instante, en el que ella llegó incluso a olvidar que estaba viva.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Alecto. La Impasible.

Apenas abrió la puerta y sintió ese despecho en el aire. Todas las miradas se posaban en ella, sobre sus manos, su varita. La vista fija en sus pasos y finalmente en su capa ondulante, como un fantasma.

Alecto les miró con desprecio, fingiendo exteriormente que era lo que mas le apetecia en el mundo. Interiormente sabia que esa asignatura era la peor de todas, la más odiosa y repugnante de todas, sabiendo que cualquier dia de su asquerosa vida, unos cuantos mortifagos se reirian de ella, en particular su hermano; tal y como habian hecho con los Black noches pasadas.
El respeto se habia perdido totalmente, todos se volvian contra todos y nadie confiaba mas que en si mismo.

Carraspeó con toda la delicadeza que sus actitudes le permitieron y comenzó a hablar muy pausadamente.Si, realmente sus alumnos la ignoraban, estaban como paralizados en el sitio mirandose de un lado a otro y preguntandose la razón de todo aquello.

Esperando respuestas a preguntas que les daba miedo pronunciar.La explicación o los insultos o lo que balbuceó durante 45 minutos, le parecio la mayor eternidad, no se detenia mas que para observarlos y comprobar que todo seguia en orden.Cuando pensó que todo estaba acabando una mano se alzó sobre las demas, una pregunta, un valiente que pensó que debian contestarle.

- Alguien te ha dicho que es momento de preguntas? - dijo con voz cortante y a modo de burla. El chico no contestó, se limitó a esbozar una debil sonrisa en pro de molestarla aun más. - Di! Rápido! No tengo ni un segundo para tu estúpida cuestion.

- Si, profesora..Carrow...esque, hay algo que queria preguntarle desde hace tiempo y me parece que una persona con su enorme y amplia inteligencia - Sabia que le molestaba, estaba apunto de estallar y matarlo, tenia unas ganas enormes, ese Longbottom se hacia el listo una vez mas. - .. Bueno...los muggles son humanos, y segun usted son escoria y mas cosas...entonces? si nosotros tambien somos humanos...porque cree que somos diferentes de los nacidos muggles?

Alecto se quedó en silencio. Se sintió derrotada un microsegundo, un tiempo tan pequeño pero tan grande que le parecio incontable. Con malicia comenzó a carcajearse, era realmente gracioso, nunca esperó tanta imaginación.
En su mente lo meditó, dias y dias permaneció es apregunta en su cabeza, sin poder apartarlarla y sin mirar hacia otro lado. Concentrada lo más que podia en lo que tenia que hacer...pero no era asi.
El timbre sentenció la hora a la que estaba sometida como una condena, su prision de ideas. De idas y venidas de desborde de imaginacion y de penumbra, de sus oscuros pensamientos que se aligeraban cada vez más.

- Longbottom, aqui. YA! - Mientras todos salian el permaneció de pie, juntó sus libros en su mesa y caminó con paso decidido hacia la mortífaga que le daba la espalda toqueteando su varita y sonriendole al aire llena de energia.

Cuando pensó que estaba lo bastante cerca, lo acorraló junto a la pared obligandole a sentarse en su propia silla, y apoyó sus manos sobre el respaldo colocando practicamente juntos sus ojos negros pálidos y llenos de odio.

- Te crees muy listo verdad niño inmundo? Piensas que tus amiguitos traidores vendrán a salvarte?! Eh! - Su voz sonaba horriblemente afónica, intercalando las palabras con ligeros golpes, aprisionandole cada vez más; no era lo que esperaba, pero despúes de todo se lo habia buscado. Solo rogó una vez que de verdad fuera lo valiente que esperaban todos y sobrevivir - Crucio!

Su grito penetró como la propia maldición, taladró sus tímpanos con esa macabra melodía, tanteando entre su cuerpo el propio dolor, amargando lo más profundo de su alma.Ella no sonrió, se relamió los sabios por el logro conseguido, se elevó sobre sus manos y miró hacia el techo triunfante. No volvió a maldecir el dia en el que su amo le ordenó aquella misión. "Mantener cuidados y educados a las nuevas generaciones, es nuestra prioridad".
En sus ojos no apareció esa luz que identificaba su clarisimo aprecio, ella no era como Bellatrix, a veces sentia miedo de aquel ser, que se iba apoderando de ella como una posesión. Un veneno expandiéndose entre sus dedos que iba soltando por momentos y ante todo le producia placer.

- Alecto...Por Merlin que estas haciendo?! - La aludida giró la cabeza hacia el lugar donde se encontraba quien la nombraba. Su nombre, era su propia maldición. "Alecto" imposible de decir, mortal para quien lo oia. Manos hábiles y rápidas, mente lenta y podrida.

- Educar. Minerva - La anciana mujer notó el énfasis en su voz, frunció el ceño pero permaneció impasible - No es lo que hacemos aqui?

- Alecto Carrow, espero que tu tonteria no sea tu propia perdición

- Ya no soy una niña Minerva, deberias comprenderlo.

- Para ti, sigo siendo Profesora McGonagall, Señorita Carrow.

- No te busques más problemas de los que tienes mujer, puede irte mal...peor...o como demonios se diga. Este especimen es un insolente, no hace más que hacerse el héroe, como si no tuvieramos suficiente con ese maldito amigo suyo y sus otros dos estúpidos compinches. Porque eso es lo que son, unos...delincuentes!

Dicho esto, Alecto salió hacia el despacho con gesto altivo bastante exagerado, contoneandose como una serpiente de un lado a otro y moviendo su pelo en una actitud propia de un anuncio.Un tropiezo hizo soltar una ligera carcajada entre los dos Gryffindors, pero su torpeza quedaba anulada frente a su enorme idiotez y falta de belleza. No tenia despacho.