martes, 26 de julio de 2011

De migración.

Desde pequeños muchos soñamos con viajar, fantaseamos con otros mundos y otros planetas; queremos vivir aventuras. Lo que nos suelen decir es "ya irás cuando seas mayor" o "deja de pensar tonterías", pero ese sentimiento de querer salir, no está nada lejos de la realidad.
Los animales migratorios que van desde pequeños anfibios hasta los mamíferos superiores se mudan de un lugar a otro para mejorar sus recursos y poder sobrevivir de diferentes maneras. No solamente por temperatura exterior, sino también para dejar descansar a los recursos que han utilizado en su estancia.

Así también los humanos también sentimos la necesidad de "escapar" cuando las cosas no van del todo bien. Es como una respuesta natural de huida, pues saliendo del entorno en el que nos encontramos estamos a salvo de cualquier cosa (ya que en el lugar de escape no nos conocen).

Aunque me sigue entrando la duda acerca de si esta naturalidad de la migración o huida (que al fin y al cabo es lo que es) está bien o es correcta en el ser humano, pienso que si que hay situaciones en las que un hombre o mujer debe abandonar por unos momentos su entorno para poder ver desde fuera los problemas que tiene en su comunidad o incluso él mismo.

Este querer escapar o salir del lugar de acogida, es también a mi parecer una forma de crecer, porque es una forma de separarse de los progenitores y emprender el camino solo (también vale acompañado :P) y así poder comprender mejor los recursos que se tienen, obtenerlos por uno mismo, o incluso fabricarlos si es necesario.
La salida para el apareamiento que también realizan el resto de animales suele coincidir con la pubertad, que es la época (dicen) más conflictiva para el ser humano debido a que se encuentran en conflicto estos factores de individualidad y comunidad.

El perfecto equilibrio se encontraría en ambas, poder conciliar tu vida como individuo libre y sano, con una buena relación con el entorno. La migración haría posible en ciertas ocasiones una buena conjunción de ambas, valorando tanto lo que dejas atrás como lo nuevo que se descubre.

jueves, 20 de enero de 2011

Recuperación

Es la palabra que más te repites. La que más letras tiene y la que más deseas que suceda: Recuperar.
Recuperar una vida, un alma, un sentimiento único.

Pero todo siempre vuelve a ser igual, vuelves a escuchar sus palabras, a cumplir sus órdenes, a reír sus excentricidades. Y vuelves a estar sola.
Tus amigos ya no son amigos desde hace muchos años, tu familia hace que no existes aunque parezca estar orgullosa, todo lo que tienes se degrada poco a poco, y lo que queda es él. Siempre es él.
Es el único que fue a buscarte, el que estuvo contigo, el que cuidó de que no murieras de hambre ni de sed, el que te abrigó y el que estaba cuando querías caer en la infidelidad.

No había ni habrá nunca nadie más que él. Nadie te quiere más que él...
Te mientes constantemente, porque sabes que es mentira, él es incapaz de quererte, pero eso no te importa. Lo que te importa es que alguien te aprecie y es él único que lo hace. Por conveniencia te dicen...y te sigue sin importar.
Cuando estas enamorada es muy difícil aceptar que la persona que tanto amas está a años luz de ti, o que siquiera es incapaz de sentir lo más mínimo. Solo importa lo feliz que eres, falsamente feliz.

Tus sonrisas nunca fueron sonrisas de verdad, y tus ojos llorosos simplemente están cansados, las ojeras se marcan cada día, y no puedes hacer nada por evitarlo, tu aspecto es lo de menos, a él le gustas "tal y como eres". Y no es posible otra solución que la muerte, pero no es tan sencillo. No es sencillo, porque nadie te sacará de ahí, eres una con él, y eres todo lo que tiene.

Aunque no lo sepa, te necesita tanto como tú a él. A pesar de todo parece que al menos hay algo que le importa, aunque sea la destreza.

En estos momentos, y cuando todo el mundo te ha abandonado, decides recuperarte, porque has tocado fondo y quieres salir. Pero no puedes olvidarle, su voz está en tu cabeza, son palabras que incluso consuelan, es la voz que has oído durante años y ahora sigues oyéndola.
En esta cárcel solo piensas, piensas, piensas...Para eso te metieron aquí, para que te arrepintieras y sufrieras "lo que ellos sufrieron", no hay consuelo. Apenas hay aire para respirar. ¿Este es el fondo?

Oyes risas y llantos, lamentos, les oyes sufrir, ellos eran tus amigos, tu familia, también eran todo lo que tenías antes de estar aquí dentro. Ellos no lo comprenden...Los que te encarcelaron, no lo comprenden. Son solo títeres de sus ideas, no son libres como yo....Bueno..., yo tampoco soy libre, sigo atada a él.

Es desesperante darse cuenta de que estas arraigada a esas emociones, cuando siempre has sido seria y correcta. Él te convirtió en un arma, en una ofensa, en un insulto, te ha convertido en miedo. No eres humana, no eres bruja, eres un objeto.

Quieres seguir callando y seguir llorando, golpearte contra la pared hasta perder el sentido, pero que fácil sería todo cuando murieras...Debí continuar mi diario de cuando era joven, llegaría justo hasta este momento, en el que decido dejar de existir.

Pero sigo viva.

*

A veces la gente presiente que va a morir, y en esos momentos decide disculparse con todo el mundo al que ha hecho daño, me gustaría poder decir que tengo que disculparme con alguien que no es de mi agrado, pero sin embargo creo que ellos han hecho lo que han querido, igual que yo...y si estamos en ese conflicto podría ser porque no quieren aceptar ciertos temas.

Pocos días antes de esta estupidez de guerra ya sabía que podría morir, estaba de todos modos muy segura de mi misma, de mis capacidades y de él. No siempre salía bien, pero esta vez teníamos la varita, un as bajo la manga.
Para asegurarme escribí a mi hermana.

A ella si que podía pedirle disculpas, por ser como soy...porque dejarme llevar, por no ser una señorita como ella. Por no comportarme, por escaparme, por huir, por hacerle sufrir tantos años. Por no llorar, no por no escuchar, por ser alguien que no era. Es lo único que me atormenta, los días y las noches que ha pasado junto a la puerta, esperando mi llegada, y la presencia siempre invisible de una hermana que no la merecía.

Contra todo pronóstico, sigo viva.