sábado, 9 de mayo de 2009

Vendetta

Un dia. Uno como otro cualquiera, alguien decidió salir de la cueva, o algo parecido.

Al principio vimos la salvación, la ruina del sistema (o deberia decir ecosistema) de la crisis, de la angustia, de la pobreza y la riqueza. Nadie se sumiría en el caos, todo lo contrario...Había esperanza, posible e increiblemente imprevisible.
Desde el más culpable, al más inocente de los hombres salió a la luz sin sentirse rechazado, sin sentir miedo, ni dolor, ni pena. Desaparecía toda religión, toda cultura, todo tema que no fuera ÉL. Una persona que se dió cuenta de que no tenía más remedio que hacer lo que hizo...

Sin embargo, parece ser que no se midió correctamente el problema. Un resquicio social, una pequeña salvedad humana hizo caer al régimen en menos de un año.



Ellos mismos violaron su toque de queda y sorprendieron a la rosa del rosal. Al miedo con miedo y a la histeria colectiva con arroz para pájaros.

Sobrepasaron el umbral de la infamia y entraron casa por casa. Sin hayar respuestas a nuestras preguntas. Y sin preguntarnos NADA. Agresividad y violencia fueron todo lo que pudieron afirmar y nosotros...sin nada que objetar.
Sin saber si era noche u oscuridad, sin escuchar otro sonido que nuestros propios lamentos y llantos, mirándonos como animales. Buscábamos caras conocidas, alguien que nos dijera porque estabamos aqui, que estaba sucediendo.

Uno por uno fuimos pasando a nuestra celda, los ojos vendados, las manos en la espalda, éramos criminales, y yo no era más culpable que el haber escondido un trozo de pastel en el doble fondo del armario. ¿Era una delicuente por eso? ¿Por haberle robado su ración al hijo de mi vecino? Entonces empecé a arrepentirme de ello y sentí nauseas.
No pude más que vomitar sobre el suelo y los zapatos de alguien. Un ser que sin piedad me golpeó y ya. Ya, porque no recuerdo nada más.



Alguien gritó mi nombre, una voz conocida, una voz que necesitaba volver a escuchar.
Era ella. Su susurro más íntimo y sonaba a metros de mi.
- Lucrezia! Lucrezia!

Abri los ojos, y los abri todavia más.

Una.

Dos.

Tres.

...

Tres paredes.
Una celda.

Volvía a escuchar esos sonidos, pero no quise responer, y aunque hubiera querido tampoco mi cuerpo habria funcionado correctamente.
Levante mi mirada hacia ella, y su cálida mente me correspondió.

- ¿Estas herida? - Noté en su voz su dubitativa pregunta. Sabia que no podía encontrarme bien, pero queria saber si por lo menos, fisicamente estaba sana.

- No. ¿Tu?

- Tampoco.

- ¿Por que estamos aqui?

- La respuesta es una mierda - No le conocía, pero lo afirmó como si fuera una verdad simple. - Ellos nos han encerrado porque temen que se la metamos por el culo.

- No hace falta ser grosero.

- ¿Grosero? ¿Cómo se puede no serlo aqui? Di! Estamos aqui por lo mismo.

- ¿Tu que crees ser?

- No, lo creo. Yo soy gay.

- Espera...Espera. Aqui esta pasando algo.

- ¡Si! Que aguda, no lo sabiamos...

- No seas asi, estamos todos igual.

- Necesitamos buscar una coincidencia.

- ¿Porque estamos asi? Osea, porque no nos encierran separados...sería más logico, para intentar no ponernos de acuerdo o algo asi.

- ¿A que te refieres?

- ¿Por qué estamos colocados de esta manera? En una jaula, en vez de una celda cerrada...

- No les des ideas, seguro que no estan escuchando.

- Para volvernos locos. Tu la conoces.

- Si.

- Yo le conozco a él.


Un murmullo de sorpresas sonaba de un sitio a otro, un monton de frases en voz alta, de acusación de demandas.

Siempre tenian la culpa otros. Al menos asi funcionaba la mente humana, pero esta vez, la tenían ellos.

Nuestros complementarios, junto a nosotros, pero sin poder verlos, o tocarlos...Nos conocian tan bien que sabian quien podia estar frente a su amor, a su hijo o padre. Y quien podía estar al otro lado de la pared, o en diagonal.


Estabamos muy perdidos.


Durante tres meses seguimos sin saber nada, individuos desconocidos nos dejaban comida y agua, asegurando que por lo menos teníamos para eso. Rezando al nuevo Dios por nuestras almas, por nuestro pecado de querer tener más que los demás, o de amar a alguien de nuestro mismo sexo, o de no leer ningun libro sagrado que no fuera la nueva constitución del régimen. Esa era su único deseo y religión.
Pasabamos días y días escuchando una y otra vez los 200 artículos que poseía, a todas horas, mañana y noche, incluso en sueños no había más voz que esa.

Comenzabamos a desesperarnos. Y cuanto más nos desesperabamos, más queriamos salir de alli.

Ah..si. Ellos lo sabian, asique hicieron algo muy muy importante: Nos dejaron tener visitas.
Necesitaban que esas personas que nos querían nos vieran de ese modo, rotos y muertos de cuerpo, desgraciados y feos. Sin siquiera un pequeño resquicio de belleza interior.


Un año pasó cuando decidieron venir a verme.
Tres pequeños amigos se acercaron a mi jaula, y yo recordé en ese momento el día en el que llegamos. Pero no quise decírselo.

- Intentamos decirles que no eras lesbiana, pero no nos creyeron...

- Basta. Yo no quiero mentirles. Soy lesbiana, bisexual, homosexual, lo que quieran llamarme. Pero de ninguna manera voy a ser una criminal por serlo, ni me van a acusar por algo que soy y que siempre seré.

- Esta bien. Pero estas...

- ¿Bien? Estoy maravillosamente. Al menos tengo para comer.

- Pero no eres libre, estas encerrada.

- No he sido mas libre aqui que hace 10 años. No he sido más libre en este régimen. Ni más esclava que en el anterior.

- Comer no es lo más importante, necesitas estar con ella en una casita en el campo, como te hubiera gustado.

- Puedo verla. Y ella puede verme. Necesito más su amor y su mirada. Este regimen ha fallado más en la moral que en la forma económica de hacer las cosas. No supo enseñar y nadie supo aprender. Las cosas cambiaron tan rápido que comer se convirtió en lo secundario, donde lo principal era destruir su dulce mirada.
Intentan matarnos. Porque somos diferentes, porque hemos decidido continuar con nuestra vida, adaptándonos malamente a las prohibiciones y las medidas de reloj de su ética.
Ellos mismo han decidido que somos incapaces de convivir con el resto, solo buscaron una excusa. Unos zapatos de Gucci o un zumo de naranja de esas tan ricas que exportan.

- Lucrezia...déjalo. Ya te han escuchado, es todo lo que pueden hacer, ahora deja que se marchen a su hogar rutinario y dictatorial.




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Llevo dos horas escribiendo esto. O incluso más, espero que sirva para algo.